Ayer, al fin, pude presenciar Terrorismo. Salí del teatro como si me hubieran dado una buena paliza, como si hubieran castigado mi hígado durante dos horas, y sin tomar una sola copa. Joder y pagando una entrada.
Fue un aluvión de preguntas, hilvanadas una tras otra en la cotidianidad, en un día a día cualquiera, en el nuestro propio por ejemplo. Ahí radica su modernidad, su incisividad, y ahí reside el motivo de que me retorciera las entrañas en la butaca durante un buen rato.
¿Por qué ha dado a luz una sociedad tan violenta? ¿por qué la violencia, se castiga con más violencia? ¿por qué ante la injusticia, los problemas, miramos hacia otro lado? ¿por qué nos ponemos una venda y no vemos la realidad, tan cruda, tal como es?, ¿por qué esta puta generación que lo ha tenido todo tan fácil no lucha, es conformista y cobarde? ¿Acaso no existen problemas?
Hubo una imagen final, espectacular, en el cuartel general de los especialistas antiexplosivos, unos compañeros se pelean, cuando entra el jefe, se paran y se cuadran. El jefe les intenta decir que no traten así a los compañeros, que en cualquier momento puede surgir un “accidente laboral” en cualquier situación de emergencia, por una de estas rencillas. El jefe dice que la sociedad de nuestros días actúa de esta manera, si tiene un perro viejo, lo prefiere tirar por el balcón y que el servicio de limpieza haga su trabajo, a llevarlo al veterinario a sacrificarlo, y encima se ahorra el dinero. Luego sale de la ducha y canta el cumpleaños feliz en inglés, imitando a Marilyn cuando se lo cantó a JFK. Les dice a sus subordinados, está es una imagen de nuestra sociedad, Marilyn cantó el cumpleaños feliz con toda pasión, como si la vida le fuera en ello, y en el fondo su efusividad y su sonrisa, era una careta, debajo había una mujer rota, intoxicada de barbitúricos, sin espíritu, sin pasión. Así actúa nuestra sociedad, mira hacia otro lado, se pone la careta, y sonríe. Siempre hay un subterfugio, cualquiera vale, para no asumir la realidad.
Ya entiendo porqué la sala estaba medio vacía. Porque sobrevivimos en una “sociedad en buena parte anestesiada, sólo preocupada por el coche, la hipoteca y las vacaciones de verano. Una sociedad que no quiere problemas, capaz de lapidar al portador de las malas noticias”. No nos gustan los problemas, y menos que nos los escupan a la cara.
¿Qué sucederá cuando el coche no se pueda pagar, cuando el banco subaste nuestra casa, o cuando no se pueda ir de vacaciones? Sólo llorar, sólo sabremos hacer eso.